Día de Europa: Nuevas Prioridades para un Viejo Proyecto
Una Europa en transformación: nuevas prioridades, viejos retos y una mirada desde España.
Este viernes 9 de mayo celebramos el Día de Europa, un momento clave para reflexionar sobre la transformación de la Unión y de su agenda. A través de la encuesta Eurobarómetro, analizamos las prioridades de la ciudadanía para reforzar la posición de la UE en el mundo y exploramos cómo han evolucionado sus preocupaciones. En este contexto de cambio, España mantiene una visión mayoritariamente positiva del proyecto europeo, valorándolo sobre todo por sus beneficios económicos, aunque no faltan voces críticas que alertan sobre la pérdida de soberanía. Es un excelente momento para reflexionar sobre cómo ha evolucionado la agenda europea y cómo los nuevos liderazgos políticos impactan estas prioridades.
Europa recalibra: del ideal verde al escudo estratégico
En los últimos años, la Unión Europea ha vivido importantes transformaciones tanto internas como externas. Las elecciones al Parlamento Europeo del pasado año reflejaron un claro giro hacia la derecha, desplazando el centro de gravedad institucional hacia una agenda más conservadora. Este viraje en el seno de la UE no se limita al Parlamento, sino que alcanza al conjunto de las instituciones europeas, incluida la Comisión. Viene acompañado, además, por una ola reaccionaria en toda Europa, donde en muchos Estados miembro los partidos de ultraderecha están ganando terreno y dominando cada vez más el escenario político nacional.
La combinación de esta nueva correlación de fuerzas políticas, la llegada de la guerra a Europa, el endurecimiento del escenario geopolítico y el regreso de Trump a la escena internacional ha propiciado un cambio radical en las prioridades de la UE en apenas unos años. Este contexto ha expuesto con crudeza algunas de las principales debilidades del proyecto europeo, como su dependencia energética o su falta de autonomía en materia de defensa, obligando a repensar tanto sus prioridades como el alcance real de su soberanía. Asuntos que antes ocupaban un lugar central en la agenda, como el cambio climático o la cohesión social, han sido desplazados por preocupaciones como la competitividad, la seguridad o la autonomía estratégica.
Así, un proyecto concebido como garante de paz y cooperación se encuentra hoy ante el desafío de sostener sus valores fundacionales mientras se adapta a un entorno marcado por la confrontación, la incertidumbre y una deriva política cada vez más derechizada.
Las Prioridades de la UE y de España
El gráfico que acompaña esta edición muestra las principales prioridades que los europeos consideran que debe abordar la UE para fortalecer su papel en el mundo. Las respuestas indican una clara orientación hacia la competitividad económica y la industria, seguida por la seguridad alimentaria y la agricultura. Sin embargo, observamos algunas diferencias notables entre las opiniones de la UE27 y España. Mientras que la UE a nivel global pone un énfasis ligeramente mayor en la competitividad (32% frente al 30% de España), los españoles colocan la educación y la investigación como una prioridad mucho más destacada (40% frente al 23% de la UE27). Esta diferencia refleja una perspectiva nacional que valora la innovación y la formación como motor clave para el futuro.
A pesar de que las diferencias con respecto a otros Estados Miembros son claras, la ciudadanía española se siente europea (40db para El País) y percibe que pertenecer a la Unión le reporta beneficios al país (Eurobarometro de mayo 2025).
En España, la pertenencia a la Unión Europea se vive mayoritariamente como una oportunidad económica. Lejos de las fronteras orientales del continente y con una historia reciente menos marcada por conflictos militares, la guerra se percibe como algo lejano, casi ajeno, más presente en los medios que en la vida cotidiana. Por eso, el proyecto europeo suele entenderse aquí más como una herramienta para el desarrollo —fondos europeos, infraestructuras, movilidad, modernización— que como una alianza de defensa. Como país identificado dentro del bloque europeo más inclinado a políticas fiscales flexibles y menos a enfoques duros en seguridad, España tiende a priorizar el beneficio económico frente al componente geoestratégico de la Unión. Esta visión contrasta con la de muchos países del Este de Europa, donde la proximidad geográfica a Rusia y el impacto directo del conflicto en Ucrania refuerzan una percepción mucho más urgente de la necesidad de una Unión fuerte en términos de defensa. Para estos Estados, el proyecto europeo es también —y a veces, sobre todo— un escudo ante amenazas reales, no solo una vía de crecimiento económico.
Eso no significa, sin embargo, que casi todo el país vibre al unísono con la idea europea. Aunque en líneas generales la pertenencia a la Unión Europea se percibe como positiva, hay sectores críticos que consideran que el proyecto común limita la soberanía nacional. Para estos grupos, la adhesión a una estructura supranacional como la UE supone tener que acatar reglas y decisiones diseñadas con prioridades que no siempre coinciden con las de España. Ven en Bruselas más una imposición que una oportunidad, y en esa cesión de competencias, una barrera al desarrollo natural del país según sus propias necesidades y tiempos.
🔑3 claves del Día de Europa
Una Europa más estratégica y menos idealista: La UE ha desplazado su enfoque de la cohesión y el clima hacia la seguridad, la autonomía y la competitividad.
La agenda de la ciudadanía europea: competitividad económica, seguridad alimentaria y agricultura y valores democráticos y de DDHH.
España, europeísta… aunque con voces críticas: Aunque haya sectores que ven el proyecto europeo como un lastre para la soberanía nacional, en España sigue predominando una visión positiva de la UE y un fuerte sentimiento europeísta.
🎁Bonus Track
No se puede, ni se debe, perder de vista que el rumbo de la Unión Europea está marcado por un contexto cambiante y lleno de incertidumbres. Las decisiones, la agenda y las prioridades de Bruselas se ajustan casi a diario a nuevas realidades políticas, económicas o geoestratégicas. Por eso, el presente del proyecto europeo no es algo estático: su dirección puede variar en cualquier momento.