Por qué estamos en Bluesky
Reflexionamos sobre la migración de usuarios a Bluesky y el declive de X, pero sobre todo, sobre qué tipo de espacios de conversación pública podríamos construir.
Durante la última semana al rededor de un millón de usuarios han abierto una cuenta en una nueva red social que aspira a sustituir a X: Bluesky. Tanto es así, que la estética y funcionamiento de “el cielo azul” es prácticamente idéntica a la de X, lo que ha favorecido que una masa importante de usuarios le hayan encontrado atractivo a este espacio. Como curiosidad y también como declaración de intenciones, el nombre Bluesky es una referencia a la liberación del pájaro de Twitter a un cielo azul.
📉El declive de X
Twitter ha sido útil durante mucho tiempo, servía para compartir opiniones, ideas, difundir mensajes mientras se conectaba con usuarios que en mayor o menor medida podían resultar de interés. Desde su creación se han creado conversaciones saludables, corrientes de opinión e incluso argumentarios que han nutrido los ciclos políticos y de movilización social de los últimos 15 años. Hoy, sin embargo, es un espacio que viraliza y monetiza el odio y funciona, principalmente, como herramienta de propaganda política.
La plataforma de Musk ha dejado de ser únicamente una red social para convertirse en un poderoso instrumento de comunicación política al servicio de movimientos radicales a nivel global. Las elecciones en Estados Unidos han reafirmado su papel como un influyente actor político internacional, promoviendo un ecosistema informativo disruptivo que ha captado el interés y respaldo de partidos populistas en todo el mundo.
En un contexto de economía de la atención, no tiene sentido tener que leer 10 Tweets con publicidad o mensajes de ultra-derecha para encontrar algo interesante y enriquecedor. Seguramente por ese motivo, porque gran parte del publico no se ha creado comunidades cerradas, y por lo agotador que supone jugar la partida en un campo inclinado en el que un excéntrico multimillonario dicta las normas, medios de comunicación y periodistas abandonan X y se replantean donde difundir la información en este nuevo contexto.
🦋¿Qué aporta Bluesky?
El primer elemento que ha favorecido a esta nueva red es que funciona como una suerte de antagonismo simbólico a todo lo que representan X y Elon Musk. En Silván&Miracle abrimos nuestra cuenta en Bluesky como un gesto ante la evidente influencia que había ejercido el propio Musk en las elecciones de EEUU y el uso propagandístico del magnate tecnológico. Los riesgos de manipulación a los que se enfrentan las democracias actuales es algo que nos debería preocupar a todos.
El segundo elemento pasa por que la descentralización es el núcleo de la propuesta de Bluesky, diferenciándola de redes como X o Threads. Al contrario de estas plataformas, Bluesky permite a los usuarios establecer sus propias reglas de moderación y crear feeds personalizados. Además, evita el uso de contenido de los usuarios para entrenar inteligencia artificial generativa, algo que ha causado controversia en X. Este enfoque pretende evitar que una sola organización tenga el control total de la red o de los datos de sus usuarios, creando un ecosistema digital más democrático y responsable.
Finalmente, el tercer elemento es la nostalgia que nos produce a quienes fuimos usuarias del Twitter anterior a los algoritmos, a Elon Musk y al odio monetizable. En Bluesky hay un espacio amable en que el volver a compartir conocimiento y debate, podemos reconectar con usuarios que hacia meses que no nos salían en el feed de X y recuperamos una cierta sensación de control.
En Silván&Miracle, entendemos que la conversación publica debe darse en contextos de pluralidad y no de concentración exclusiva en unas manos, donde corramos el riesgo de quedar ocultos ante la fuerza de los algoritmos y se pongan en riesgo los principios más básicos de la democracia.
💡Una oportunidad
No se trata de dejar X y migrar masivamente a Bluesky. Esta última, como cualquier empresa, también obtiene un beneficio y responde a las lógicas económicas. Se trata de aprovechar el debate que emerge estos días para repensar qué tipo de espacio de comunicación pública queremos, que reglas debe tener la conversación digital, quien debe dictar estas reglas, cómo democratizar estos espacios y cómo producir lugares que aporten a la conversación pública y a la comunidad, desde la pluralidad y el respeto.