Una guerra en la sombra que se hace visible: el conflicto Israel-Irán
Desgranamos qué ha pasado, cómo hemos llegado hasta aquí y qué dinámicas ocultas explican lo que ocurre, para ofrecer una visión clara de un conflicto que amenaza con desbordar las fronteras.
La nueva escalada entre Israel e Irán ha reavivado el temor a un conflicto regional de grandes dimensiones en Oriente Medio. Los ataques, que comenzaron el 13 de junio, marcan un salto cualitativo en una confrontación que lleva décadas desarrollándose en las sombras, donde operaciones militares, tensiones diplomáticas y guerras por poderes se entrelazan. Con el objetivo de ofrecer un análisis geopolítico que ayude a comprender las dinámicas globales, desgranamos en este artículo, qué ha pasado, cómo hemos llegado hasta aquí y qué dinámicas ocultas explican lo que ocurre en un conflicto que amenaza con desbordar las fronteras.
🚨 ¿QUÉ HA SUCEDIDO?
El 13 de junio, Israel lanzó una ofensiva que combinó ataques aéreos y operaciones encubiertas del Mossad, dirigida a instalaciones nucleares, bases militares e infraestructuras críticas en Irán. El ataque causó la muerte de altos mandos militares y científicos vinculados al programa nuclear iraní, asestando un duro golpe a la estructura de defensa iraní.
En respuesta, Irán lanzó más de 100 drones y 150 misiles balísticos contra ciudades israelíes, incluidas Tel Aviv, Bat Yam y Rehovot. Estos ataques provocaron decenas de muertos, numerosos heridos civiles y daños materiales significativos.
En los días posteriores, la escalada ha continuado: Irán ha intensificado sus ofensivas mediante misiles guiados de alta precisión y el respaldo de grupos aliados como los hutíes desde Yemen, mientras que Israel ha mantenido sus bombardeos sobre objetivos estratégicos en Teherán y otras zonas sensibles.
Los ataques han generado un rápido aumento de víctimas, graves interrupciones energéticas y la paralización de las negociaciones diplomáticas y nucleares, dejando la región al borde de un escenario aún más inestable.
A día de hoy, los ataques continúan sin tregua ni alto el fuego. Las ofensivas de ambos bandos siguen cobrándose vidas y destruyendo infraestructuras clave.
Esta escalada responde no solo a una lógica de represalia inmediata, sino también al intento de ambos actores de redefinir sus líneas rojas estratégicas en un contexto de creciente tensión regional.
Los esfuerzos diplomáticos, liderados por el G7, Catar, Omán y Turquía, buscan contener el conflicto y evitar que desemboque en una guerra regional abierta. Sin embargo, hasta el momento no se han logrado avances significativos hacia un alto el fuego.
🕰 PERSPECTIVA HISTÓRICA: DE ALIADOS A ENEMIGOS IRRECONCILIABLES
La relación entre Israel e Irán no siempre fue hostil. Durante el régimen del Sha en Irán (antes de 1979), ambos países mantenían vínculos estratégicos discretos, compartiendo intereses comunes frente a los regímenes árabes nacionalistas y la influencia soviética. Colaboraban, además, en inteligencia, comercio y mantenían una alineación de facto con Estados Unidos como socio protector.
La Revolución Islámica de 1979 cambió radicalmente esa relación. Irán, bajo los ayatolás, rompió sus lazos con Occidente, abrazó una doctrina panislamista y antisionista y convirtió el rechazo a la existencia de Israel en un pilar estratégico. Desde entonces, ha apoyado a grupos armados que combaten a Israel directa o indirectamente, como Hezbollah, Hamas y, más recientemente, los hutíes. No obstante, el deterioro no fue unidireccional: Israel contribuyó a alimentar la hostilidad al estrechar lazos con los rivales de Irán, como Arabia Saudí, y al apoyar indirectamente a Irak durante la guerra Irán-Irak.
Desde los años 90, el programa nuclear iraní se convirtió en el mayor punto de fricción. Israel lo percibe como una amenaza existencial, mientras que Irán lo presenta como su seguro estratégico. El acuerdo nuclear de 2015 no logró aliviar la desconfianza, y su colapso tras la salida de EE.UU. en 2018 desestabilizó el marco diplomático. Esto empujó a Irán a reactivar su programa y reforzó la percepción israelí del riesgo. En respuesta, Israel intensificó operaciones encubiertas, ciberataques (como Stuxnet) y asesinatos de científicos.
Los ataques de los últimos días no son un episodio aislado, sino el último capítulo de una larga guerra en la sombra entre Israel e Irán, caracterizada por sabotajes, operaciones de inteligencia, ciberataques y enfrentamientos indirectos a través de aliados y milicias. Este pulso forma parte de la pugna por la hegemonía de la región, que enfrenta al eje iraní con una coalición no formal de Israel, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y otras potencias aliadas de Occidente.
♟️ LAS PIEZAS QUE SE MUEVEN EN LA SOMBRA
Desvío de la atención internacional de Gaza: Para Israel, el conflicto con Irán ayuda a desviar el foco mediático y diplomático del drama en Gaza, donde crecía la presión por acusaciones de crímenes de guerra y el impacto humanitario.
Irán recupera protagonismo geopolítico: Tras meses en segundo plano, Irán vuelve al centro de la agenda internacional. Al mostrarse como líder de la resistencia frente a Israel y víctima de un ataque externo, refuerza su narrativa y fortalece el vínculo con su población y sus aliados.
La asimetría de poder: Aunque Irán proyecta fortaleza gracias a su red de aliados y su capacidad asimétrica (misiles, drones, guerra por poderes), su ejército convencional es muy inferior al de Israel. Las sanciones, la crisis interna y el desgaste de sus aliados limitan su capacidad real, por lo que prioriza ataques simbólicos y el uso de terceros.
Consolidación de redes de poder: La escalada permite a Irán activar a sus aliados: Hezbollah, los hutíes y milicias en Irak y Siria. Israel, por su parte, refuerza su vínculo estratégico con EE.UU. y justifica la necesidad de mantener su superioridad militar.
Rusia y China aprovechan el contexto: Ambas potencias llaman a la moderación, pero buscan ganar influencia. Rusia tiene un papel más activo, apoyando a Irán diplomáticamente y explorando vías de mediación. China actúa con más cautela, centrada en proteger sus intereses económicos y la estabilidad comercial.
Más negocio para la industria de defensa: La crisis abre nuevas oportunidades para los productores de armas en Israel, EE.UU., Europa y Rusia. Los países del Golfo podrían acelerar la compra de sistemas de defensa ante el temor a un Irán descontrolado.
Petróleo como herramienta política: Las tensiones en el Estrecho de Ormuz elevan el precio del crudo y dan a Irán y otros productores margen adicional para presionar o negociar en el tablero internacional.
Escalada calculada: Israel e Irán miden sus movimientos para evitar provocar una intervención directa de EE.UU. o Rusia. Tras la violencia, hay un cálculo estratégico para no cruzar ciertas líneas rojas.
🌐 OTROS ACTORES
El conflicto entre Israel e Irán no ocurre en el vacío: involucra un entramado de actores regionales y globales que, directa o indirectamente, tienen intereses estratégicos en juego. Aunque ninguno de ellos ha intervenido de forma directa en los combates, sus decisiones y alineamientos podrían determinar la evolución de la crisis.
Estados Unidos: Principal aliado de Israel, ha brindado apoyo defensivo, en especial mediante el suministro de interceptores para la Cúpula de Hierro y asistencia en ciberdefensa, pero ha evitado implicarse militarmente. Washington advierte a Irán contra cualquier ataque a sus tropas o instalaciones y trata de contener el conflicto, consciente de que un apoyo demasiado explícito podría provocar una escalada con consecuencias regionales.
Rusia: Actor clave en el equilibrio de poder regional, mantiene una relación estratégica con Irán (en el plano militar y nuclear) y un canal abierto con Israel. Moscú ha condenado los bombardeos israelíes y defiende el derecho de Irán a responder en “legítima defensa”. Irán ha pedido el respaldo de Rusia, incluso la reactivación de propuestas como almacenar uranio iraní en suelo ruso. Hasta ahora Moscú se mantiene en un rol de mediador cauteloso, preocupado porque una guerra abierta afecte sus intereses en Siria y el Cáucaso.
Hezbollah: El grupo chií libanés, respaldado por Irán, permanece en alta alerta. Aunque no ha intervenido directamente, su vasto arsenal de cohetes y misiles lo convierte en un factor de alto riesgo. Un ataque israelí a Líbano o un golpe devastador contra Irán podría precipitar su entrada en el conflicto.
Hutíes (Yemen): Parte de la red de aliados de Irán, han lanzado ya drones y misiles contra Israel desde Yemen, contribuyendo a la estrategia iraní de guerra por poderes.
Siria e Irak: En ambos países, Irán mantiene presencia mediante la Guardia Revolucionaria y milicias aliadas. Israel ha atacado estas posiciones en el pasado, y el conflicto podría extenderse a estos territorios en forma de nuevos bombardeos o respuestas de milicias proiraníes.
Arabia Saudí y los países del Golfo: Rivales tradicionales de Irán, están actuando con extrema cautela para no verse arrastrados a una guerra que afecte la seguridad regional y el flujo de petróleo. Arabia Saudí ha intensificado la vigilancia de infraestructuras clave y del Estrecho de Ormuz.
Turquía y Catar: Ambos países están desempeñando un papel de mediadores discretos en canales diplomáticos paralelos. Aunque con resultados aún limitados, sus esfuerzos reflejan el temor regional a un desbordamiento del conflicto.
Europa: La Unión Europea ha llamado a la desescalada y apoya los esfuerzos diplomáticos, aunque con escaso margen de maniobra. Algunas potencias, como Francia, han intentado lanzar iniciativas diplomáticas propias para acercar a las partes a un alto el fuego. Europa teme que el conflicto agrave las tensiones energéticas y migratorias en un momento ya crítico para el continente.
🧭¿QUÉ PUEDE PASAR AHORA?
Posibilidad de expansión del conflicto a escala regional: La antigua unidad de acción árabe ya no existe, y los aliados de Irán —como Siria, Hezbollah o los hutíes— están debilitados tras los ataques israelíes. Esto reduce, al menos por ahora, el riesgo de que el conflicto escale a un enfrentamiento abierto en toda la región.
Paralización de negociaciones nucleares: Los ataques han provocado la paralización de las negociaciones sobre el programa nuclear iraní. La escalada del conflicto podría servir, además, como argumento para que sectores del gobierno iraní impulsen el desarrollo de un programa nuclear con fines militares.
Incremento del riesgo de intervención externa: EE.UU y potencias europeas como Francia y Reino Unido ya están implicadas en tareas defensivas ante los ataques de Irán a Israel. Por su parte, Pakistán y Afganistán han declarado su disposición a intervenir en defensa de Irán, aunque ese apoyo no se ha concretado hasta ahora. En cambio, la intervención directa de Rusia y China parece poco probable, dado el escaso interés de ambos en involucrarse en esta escalada.
Impacto económico global: El precio del petróleo ya se ha disparado más de un 10 % debido a la amenaza de interrupciones en la región y podría seguir subiendo. Si los ataques israelíes alcanzan infraestructuras estratégicas de Irán, el barril de Brent podría marcar máximos anuales, con consecuencias para la economía global.
Israel como líder de la región: Israel parece decidido a debilitar al gobierno iraní hasta acercarlo al colapso a través de una operación militar sostenida en el tiempo. Este escenario convertiría a Israel en el actor dominante de la región, con una oposición prácticamente anulada en su entorno inmediato.